Hace año y medio conocí a Marta a través de un podcast ¡qué suerte que me animé a escribir y preguntar cómo es la dinámica de su trabajo! A raíz de las sesiones con ella he podido profundizar en mi proceso de sanación desde un lugar diferente. Acostumbrada a usar las palabras para entenderme y analizarlo todo, el arte me ha conectado con mi cuerpo y ha limpiado un canal del que ahora disfruto. Ha sido -es- un cuenco donde poder dejarme ser tan yo como puedo y quiero. Me guía para integrar los pedacitos de mi que andaban sin entenderse. Marta se convierte en pincel o en lienzo según necesito, es una bomba de oxígeno cuando se me aplasta el pecho, me hace de toma a tierra si mi cabeza se llena de huracanes y cuida el proceso terapeútico con tanto respeto que me eriza la piel del alma. Le agradezco que me haya ayudado a descubrir que en mí está la luz que guía en mitad de las tormentas.

Encontrar a Marta fue encontrar el chaleco salvavidas. Me cuesta explicar exactamente qué aspectos trabajamos porque, sin darme cuenta, lo hacemos a todos los niveles. La manera en la que observa, el don que tiene para que yo misma llegue donde necesito. Por acompañarme con tanta delicadeza y con tanto cariño. Por no dejarme sola. Sin duda, un regalo haberla encontrado.

Volver a tocar el suelo con los pies delcalzos. Reencontrarme con la compasión para entender el dolor de los demás como decía Susan Sontag. Para entender el dolor del hijo y los lugares oscuros a los que este dolor le lleva.